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Bajo agua… a propósito


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Dicen que la tierra sin mal de los nativos indígenas americanos existía antaño. Ahora, quizá a causa de los “descubridores” hemos perdido su ubicación exacta…
Cuenta la historia que los ríos, manantiales pacíficos de agua cristalina, recorre el Paraguay en casi todos sus límites políticos con otros países. Por años queda en su sitio, tranquilo, en paz. A veces, cumplido el decenio, sale a verificar sus dominios. Se impone, reclama lo suyo. Y eso todos lo saben solo que aun así, las personas van y se colocan allí, invadiendo su territorio. Es por eso que a cada tanto, deben desplazarse de esos lugares, buscar otros sitios donde escaparse de las aguas que reclaman sus antiguos y tradicionales espacios…

Hoy por hoy, solo en Asunción, ya se han colocado en los dominios de su majestad el río, unas 15 mil familias (aproximadamente 70 mil personas, según datos oficiales ¿y los extraoficiales? cuentan datos aún más alarmantes), quienes disfrutan del espacio por intervalos de diez años aproximadamente, sufriendo por otros dos años más la inclemencia del tiempo, la crecida del rio que sube a inspeccionar su territorio, causando la desdicha de miles de personas pobres económica y socialmente, quienes sufren las más inverosímiles necesidades de vivienda, primero, y alimentación, después. Y no solo eso, la falta de servicios de salud, agua potable, trabajo digno y seguridad, hacen que los “refugios” no sean suficientes para paliar estas necesidades, refugios estos que deben trasladarse por lo menos dos o tres veces de lugar por ser alcanzados una y otra vez por las aguas.
Y esta historia se repite, a cada decenio, en todas las poblaciones instaladas al borde de los ríos, en todo el Paraguay. En Asunción solamente, contamos con tres bañados, la del norte, del sur y central, cuyos números de ocupantes son alarmantes y están en constante aumento. Las otras, más notorias son las de los departamentos del Alto Paraná, Encarnación, Pilar y por ahora van sumándose las de Caaguazú y Concepción. No quedan atrás las del Guairá, Alto Paraguay y Villa Hayes… en fin, todo el trayecto de los ríos Paraná y Paraguay.
Estas historias de necesidad y angustias, verídicas, repetidas una y otra vez en los noticieros de radio, tv y en los periódicos son evitables. Si los asesores de los mangurujuses* -que ganan millones y millones- no son capaces de idear una solución a estos problemas, aquí enumeramos algunas, que son simples, a corto plazo y fáciles de implementar:
1-      El problema más grave es el habitacional. Hay que reubicar a las personas. Para eso, contamos con instituciones como la SENAVITAT (Secretaría dependiente del ejecutivo encargada –dice que- del tema), quienes deberían coordinar tareas reales de conjuntos habitacionales, en otros puntos del país, alejados del Gran Asunción.
2-      Solucionado el tema habitacional, el siguiente problema es el laboral. Las personas, llegan del campo a la ciudad en busca de mejores oportunidades, cosa que no se da porque en la urbe se encuentran con que su nivel educativo es muy inferior a la media normal, por lo que no encuentran trabajo digno y eso los empuja a ubicarse en los cinturones de pobreza de la ciudad (los bañados). Es importante que el MEC (Ministerio de Educación y Cultura) cree las condiciones para que las personas del campo se puedan capacitar y quedarse allí, en sus propios sitios, aplicar conocimientos que les permitan implementar ciencias y tecnologías a la agricultura, ganadería y la botánica. Los que ya vinieron –y se quedaron en el gran Asunción- no les queda otra más que aprender oficios: algo de carpintería, albañilería, electricidad, etc. que les permita salir de la mendicidad de las calles, de cuidar coches, limpiar parabrisas y hasta vender a niños en los semáforos a la sensibilidad del ciudadano.
3-      Y solucionado el tema de educativo, habitacional y laboral solo queda que el gobierno facilite el acceso a las personas con menores oportunidades a todo esto. Porque hasta ahora, la corrupción de los políticos, el amiguismo** y la sinvergüencía (viveza) son el pan nuestro de cada día. Las estadísticas pueden indicar crecimientos en todos los niveles, pero los beneficios son solo para unos cuantos (muy pocos cuantos) quienes se apoderan de la mayor parte de la tierra, concentración de medios de comunicación, la producción agrícola y ganadera, etc. etc.
No se puede hablar de tierra sin mal*** si no hay voluntad de los políticos (término mal utilizado al decir “voluntad política”) quienes con sus hombres deben ser los encargados de cambiar el rumbo del país, tan anunciado en campañas políticas. Nuestros referidos, son personas que sufren año tras año las más inverosímiles necesidades de tercer mundo en un país rico, donde emana leche y miel, donde la tierra generosa provee de todo lo necesario para crecer, donde justamente las aguas son las proveedoras de la mayor riqueza económica del país reflejada en las ganancias de las dos –y no únicas- represas del país pero mal distribuidas gracias a la corrupción.
Acciones hay, no lo podemos negar, pero mal enfocadas, mal aplicadas e insuficientes. Aún falta mucho por hacer, no pierdan el tiempo señores del gobierno. El tiempo es aquí y ahora, recursos hay, entonces, ¿qué falta? VOLUNTAD DE LOS POLITICOS.


Glosario:
* Mangurujuses son los mandamás de turno. Término despectivo en guaraní para referirse a políticos y sus caudillos.
** Amiguismo es el término utilizado cuando los políticos solo benefician a sus correligionarios, partidarios, familiares o afines a sus pretensiones de corrupción.
*** Yvy marane´y en guaraní es tierra sin mal. Este texto fue inspirado en parte de esa leyenda tradicional.
FOTO: Facebook

Sobre Juan Edgardo Lezcano

Facilitador de Talleres de Comunicación y TIC´s. Fundador de LEZCORP y Director de Editorial de Medios, Publicidad y Eventos. En twitter @edLEZ