Los niños siempre fueron víctimas de todos. Todo tipo de vejámenes a su favor. Escuchamos que hasta el Papa Benedicto XVI dijo que no es "tan grave" el tema de la pedofilia en la iglesia católica. No contentos con tenerlos en las esquinas, sufriendo frio o calor, bajo la mendicidad impuesta por sus propios padres, dejamos que también dejen de estudiar, porque deben ser el sustento del hogar.
Y no solo eso. No contentos con todo lo más inverosimil, pues ahora, los ñembos padres responsables, en honor al auge del boom que son los monociclos, sin protección alguna son transladados niños de todas las edades en una sobrecarga de tres, cuatro, cinco y hasta seis pasajeros sobre dos ruedas.
De nada sirven las campañas de concienciación, de nada sirven los anuncios y chákes de la gente. De nada sirven los ejemplos cotidianos de accidentes tras accidentes en moto.
Y este es el resultado. Una vida más cobra nuestra irresponsabilidad como padres, como conductores y por sobre todo como seres humanos que no pensamos en la gravedad de nuestras acciones. No ponemos en la balanza nuestras irresponsabilidades y, lo que es peor, inocentes pagan por pecadores... como diría mi abuelo.
Un accidente más, en Ciudad del Este, producido esta maña, en moto, con niños. La foto es más que elocuente. Pero parece que no nos inmutamos hasta que las desgracias nos toquen de cerca. Y miren lo que pasó a este niño. Su padre murió dos horas más tarde, el niño murió instantáneamente.
Esta es la cruda realidad a la que estamos expuestos día tras día, con nuestra irresponsabilidad a cuestas, con nuestra falta de consideración y por sobre todo, nuestra falta de protección para con los niños, que no son eternos.
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