Empezamos con la huelga de los choferes de colectivos, seguimos con la de los usuarios y ahora con la de los taxistas. Todo el mundo en huelga, de paro. Ociosos y revoltosos no hacen más que funcionar bajo los oscuros intereses de las personas -que muchas veces ni conocen- actuando en pos de una reivindicación sindical, personal o laboral. No es el caso, que ante cada dificultad se realice un paro o una huelga. El país se está cayendo a pedazos y necesita nuevos proceres -no de publicidad bicentenaria- que tengan la autoridad moral y la fuerza de voluntad suficiente para trabajar.
Trabajar en un país con gente ociosa, haragana, desanimada y por sobre todo, con la conciencia del péva pícha guarantema, cuesta, pero no es imposible. La cultura del péicha péichante, del vai vai y de los que no trabajan porque no se los controla es la constante y se agudiza en las oficinas y con los empleados públicos. No es posible hacer un país con visión de CAMBIO si el cambio no empieza por las personas. ¿Quién no ha visto a un oficial de la policía nacional, en plenas funciones, horario laboral, perder de vista sus funciones al tener que "atender" dos o tres teléfonos celulares -y no son llamadas, sino mensajes- o tomar tereré en compañia de la dama de turno o juntarse todos en una esquina? ¿Quién no ha sufrido al llegar a una oficina pública con mas de cinco empleados en recepción que no atienden a las personas sino que se pasan en las redes sociales y chismentando unos por otros por una supuesta persecución? ¿Quién no ha visto en las esquinas a los mal llamados "zorros" escondidos a la caza de una coima en vez de ayudar a los peatones en horarios picos? ¿Quién no ha pagado a tiempo sus impuestos para la conservación de pavimiento y en frente a la casa el asfalto es un caos? ¿Quien no ha deseado mayor presupuesto para educación para asistir a los mas necesitados pero el presupuesto se amplia para sueldos de operadores políticos que merecen "cupos"? ¿Quién no ha halagado al gobierno al mencionar que los hospitales operarían sin costo para los más pobres y los medicamentos se venden en farmacias privadas? ¿Cuantas universidades se siguen habilitando con la prohibición de crear una nueva, aumentando la irresponsabilidad al entregar titulos a personas que no estan preparadas para el trabajo de la carrera al cual se perfilan? ¿Quién no ha hecho un plagueo global como vecinas chismosas al subir a un bus chatarra pero a la hora de exigir que se arreglen nadie habla? ¿Quién no ha culpado a la juventud de los desmanes, violencias y hasta drogadicción sin darles opciones verdaderas para su cambio?
Demasiadas preguntas seguirá en la lista, casi interminables. Pero es hora de empezar EL CAMBIO de una buena vez por todas. Como me decía mi abuela "manteka ko imátare mante opu´ä vaerä" como diciendo que de cada uno depende que los ideales se transformen en hechos.
Es hora de empezar a trabajar, de dejar el "vyrorei" y cambiar de una buena vez nuestro entorno desde el sitio en donde estamos y donde nos toca vivir.